Física y geometría
"Vivir es ver volver. Es ver volver todo en un
retorno perdurable, eterno".
Antonio Azorín
Les hablaste hoy en clase del eterno
retorno. Lo hacías para desmontar
un texto polvoriento de un polvoriento
escritor, conservado apenas en el nombre
de las calles y en los aniversarios.
Dijiste -sonríes ahora de regreso
en el tren al recordarlo-
que después de los inviernos
invariablemente vuelve a comenzar
la primavera.
(Dices
cosas así
en las clases. Cultivas el personaje.
El personaje a veces las dice por su
cuenta.)
Les hablaste también de remotos
estudiantes
que hace veinte años
que tienen veinte años y te parece
inconcebible. Y sin embargo
cada septiembre o cada enero
parece ser el mismo.
Les hablaste de flechas disparadas
atravesando círculos en línea recta
para acabar cayendo al suelo
cuando termina la fuerza del arco
que las impulsó.
Y entonces, abandonadas,
comienzan ellas también a acumular
polvo y olvido
como el polvoriento escritor
-como su nombre-
que las conjuraba.
Ahora, de regreso en el tren,
-como entre bambalinas-
piensas que la tuya es la coherencia
del péndulo. No la del círculo.
No la de la espiral. Es la del péndulo.
Su cansancio en su caso se mide
por la longitud
del desplazamiento. Y este es
cada vez menor
hasta que de pronto
-se veía venir
pero el final
es siempre repentino-
agotadas las fuerzas
del impulso inicial,
se queda
definitivamente
inmóvil.
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