El futuro
Contra la melancolía
"Te llaman porvenir
porque no vienes
nunca"
Ángel González
I
El futuro no
existe.
Lo he pensado
muchas veces.
El futuro es
solo una región imaginaria
del presente. O
un malentendido.
Un cruce que
encierra
la posibilidad
del definitivo,
del desvío
correcto en la autovía
que nos lleve al
destino
cuando ya
habíamos abandonado
toda esperanza
de encontrarlo.
El futuro no
existe.
Es apenas
el pliegue
de un instante.
II
El futuro eres
tú
cuando te miro
mirar y pienso
que yo quiero
volver a mirar de esa manera
y me doy cuenta
de pronto
de que es
precisamente así como te miro.
El futuro está
encerrado
en este cielo
azul.
Es todo germen y
promesa.
Porque de pronto
la densidad
de los objetos
no viene de
otras vidas,
no es inventario
de ruinas ni de ausencias
sino que se desborda
de futuro,
y yo me
equivoqué
cuando
interpretaba
leyendo pasados
y creía
que así los
agotaba.
El futuro no
existe. El futuro es una parte del presente.
Está por ejemplo
en una alerta del teléfono
inesperada
a fuerza de esperarla.
Está en palabras
como despertar,
como en una hora
concreta que aún
no ha sido
pero siento que
será
y que estará
llena de ti.
El futuro no
existe.
Es tan solo una
promesa confusa
del presente.
Pero ahora reconozco
esta profunda
rebeldía
otra vez. Y lo
sé,
de pronto.
Simplemente lo sé
con tanta
claridad
que podría
gritarlo.
Esa rebeldía es
la materia del futuro.
Esa voluntad de
no mirar
pasar las horas,
de no ver qué trae el tiempo
como quien mira
las nubes
para ver si
amenaza la tormenta.
El futuro es
mirarte mirar las cosas
y volver a
descubrirlas.
El futuro es
sentir que el futuro
no existe
todavía.
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