lunes, 5 de octubre de 2009

El fumador y Juan Dahlmann boca arriba



Después de una novela monumental, como reacción lógica, me he entretenido esta semana con dos libros de relatos breves. Y la verdad es que el contraste ha sido bastante grande. La sensación ha sido más bien de levedad, lo cual no es necesariamente malo, pero el placer lector ha sido diverso.

Comencé con El fumador y otros relatos, de Marcelo Lillo (Caballo de Troya, 2008). Sus historias cotidianas y tristes transmiten bien la desolación de la experiencia y de los instantes en que irrumpe en ella la evidencia de la falta de sentido, de la banalidad total. Me gustaron bastante algunos relatos, por ejemplo “Hielo”, que abre el volumen, el relato de la muerte de una madre enferma y del silencio posterior o “Una cita”, con esa madre que entregó a su hijo en adopción hace décadas, y que, ahora, reencontrado en un café, le pide tan sólo permiso para acariciarle las canas, o “Diente de león” en que un pederasta recién salido de la cárcel no encuentra palabras para justificarse ante su hijo. Sin embargo, confieso que a veces me aburrí un poco, y que en unos textos que se pretenden cotidianos, los diálogos me resultaban levemente postizos. Al final me quedó una pregunta... ¿cómo escribir la banalidad sin que su relato resulte banal? Y una cosa más: los relatos más cargantes, sin duda son los dos que incluían personajes escritores, incluido el que da título al volumen. La automitificación del escritor en el margen me chirrió bastante.

Me divertí bastante más con El experimento Wolberg, de Manuel Moyano (Menoscuarto, 2008), que me llegaba bastante recomendado. Eso sí, tuve una sensación de déjà vu durante toda la lectura: es una especie de Cortázar menor varias décadas después, con algunas gotitas de Borges. Eso es especialmente claro en cuentos como “El día de los dones”, que, además del eco al poema de los dones, es como si Juan Dahlmann hubiera tenido un accidente de moto y hubiera soñado con la noche boca arriba. Pero el libro es interesante, está bien escrito, y se lee con placer, especialmente el último relato, el que da título al libro, que es el que me ha hecho buscar fotos de monos por wikipedia commons, y “La bestia en su guarida”, mi preferido. “Corsini contrariado” y su retrato de la suciedad de la política de partido cruzado con una abducción extraterrestre, me divirtió bastante. Algún cuento se me cayó de las manos también, especialmente “La voz de la tierra”, que parece una versión literaturizada del spot ese de cerveza que dice que lo propio siempre mola más, y el especialmente previsible “confesiones”.

Por cierto, hablando de banalidad y de suciedad de la política, a ver si un día de estos me inspiro y escribo alguna cosita sobre el caso Gürtel.

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