miércoles, 9 de septiembre de 2009

Un pan de huerta de 1969

Estoy releyendo La gallina ciega. Diario español, de Max Aub (Alba editorial, 1995), y de pronto, me encuentro: "Panes enormes -de huerta decimos en Valencia- morenos..." (p. 115), y me conmueve esa primera persona del plural. Max Aub eligió ser valenciano, con tanto en contra, decidió ser de esa Valencia que lo ignoraba en 1969, cuando escribió este diario, que lo sigue ignorando ahora, a través del exilio y la distancia, de la derrota y la extrañeza. Max Aub se seguía considerando valenciano en 1969. Eso me conmueve siempre. Pero ahora, en estos días de trajes regalados por mafiosos, de Gürtel, de mayorías aplastantes, de populismo desmemoriado feroz y clientelista, de arrogante ignorancia, ahora, cuando hay tantas razones por las que resulta difícil sentirse orgulloso de formar parte de la sociedad de este rinconcito del mundo, me produce además una gran melancolía. Y es que me parece hoy que si otra Valencia fue posible, se perdió para siempre en una vía muerta de la historia.

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