Desgranan rosarios
las monjas siniestras
en el comedor.
Y nosotros, mientras, esperamos
a que se manifieste la santita
en el fondo del pasillo.
Pero todo es rigor y simetría
inexorable.
Mi hermano enciende la luz
de forma inesperada
y el silencio
entra en una fase diferente
de textura rugosa
y de salmodias.
La santita en las estampas.
El pliegue convocado.
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